29 nov 2011

Buenos Aires Historias de las Calles / Geschichten von den Straßen

Participación en esta muestra con la videoinstalación "Dirección de paseos"
 
 
 
Buenos Aires
Historias de las Calles / Geschichten von den Straßen
 
Azul Blaseotto, Blu, Julian D`Angiolillo, Ana Gallardo, Alberto Goldenstein, Lux Lindner, Jorge Macchi, Eva – Christina Meier, M7red, Leticia El Halli Obeid, Katinka Pilscheur
Kunstverein Wolfsburg, 26.11.2011 - 05.02.2012
 
Graw Böckler: Porteños de Verano
Raum für Freunde / Kunstverein Wolfsburg, 26.11.2011 – 08.01.2012
 
 
Se estima que la metrópolis de Buenos Aires cuenta con 13 millones de habitantes, es la capital de Argentina y uno de los destinos más codiciados por los europeos en Latinoamérica. Además de los seguidores del tango y de los estudiantes de intercambio, son sobre todo los profesionales del ámbito cultural y artístico quienes se entregan al encanto de esta gran ciudad y, gustosos, prolongan su estancia más allá de la típica visita turística. Las vivencias en la ciudad suelen estar presentes en sus propias obras, aunque también los artistas establecidos en Buenos Aires destacan en sus trabajos las características del lugar. La exposición «Buenos Aires – Historias de las calles» pretende hacer la ciudad tangible a través de las obras de los artistas que la tematizan.
 
Los temas de las obras son muy variados: las historias que se esconden tras los vídeos, las fotografías y las pinturas tratan de una arquitectura modernista y creadora de una identidad propia, de parques franceses y del estado ecológico del río Matanza-Riachuelo cuyas aguas se consideran unas de las más contaminadas del mundo. Otros se remontan a los orígenes históricos de la ciudad y a la situación de los habitantes que siguen sintiéndose como inmigrantes procedentes de Europa. El espectador se verá confrontado con los planes urbanísticos actuales de la ciudad, como por ejemplo la remodelación de los terrenos del puerto de Puerto Madero en un complejo de oficinas y conocerá la designación exacta de los colores empleados en cada una de las farolas. Y entonces aparece Buenos Aires en el cine, como decorado de una serie de vídeos musicales, en un largometraje y en una película de dibujos animados muy elaborada compuesta por imágenes de streetart.
 
La exposición crea una imagen de la ciudad, de su historia y de su vida cotidiana que, a través de la mirada artística, se diferencia de los clichés habituales. La combinación de aquello que perciben sus habitantes de siempre y los extranjeros mezcla los puntos de vista de dentro y de fuera, así como la idea y la realidad de un lugar.
 
Curadora: Anne Kersten
Kunstverein Wolfsburg
Schlossstraße 8
Wolfsburg
Alemania.


Buenos Aires
Historias de las Calles / Geschichten von den Straßen
 
Azul Blaseotto, Blu, Julian D`Angiolillo, Ana Gallardo, Alberto Goldenstein, Lux Lindner, Jorge Macchi, Eva – Christina Meier, M7red, Leticia El Halli Obeid, Katinka Pilscheur
Kunstverein Wolfsburg, 26.11.2011 - 05.02.2012
 
Graw Böckler: Porten͂os de Verano
Raum für Freunde / Kunstverein Wolfsburg, 26.11.2011 – 08.01.2012
 
Eröffnung: Freitag, 25.11.2011, 19h
 
 
Die geschätzte 13 Millionen Metropole Buenos Aires, Hauptstadt von Argentinien, ist eines der begehrtesten Reiseziele von Europäern in Lateinamerika. Neben Tangofans und Austauschstudenten sind es vor allem auch Kunst- und Kulturschaffende, die sich dem Reiz dieser Großstadt, gerne auch länger als für einen touristischen Besuch, hingeben. Die Erlebnisse in der Stadt finden sich häufig in ihren Werken wieder, doch auch in Buenos Aires beheimatete Künstler und Künstlerinnen fokussieren in ihren Arbeiten die Eigenheiten des Ortes. Die Ausstellung „Buenos Aires – Geschichten von den Straßen“ möchte die Stadt anhand von künstlerischen Arbeiten, die sie thematisieren, erlebbar machen.
 
Die Themen der Werke sind vielfältig: die Geschichten hinter den Videos, Fotografien und Gemälden handeln von modernistischer und identitätstiftender Architektur, von französischen Parkanlagen und dem ökologischen Zustand des Matanzas-Riachuelo Flusses, der zu den kontaminiertesten Gewässern der Welt zählt. Andere wenden sich der Historie der Stadt bis zur Gründung zu und dem Befinden von Bewohnern, die sich noch immer als Immigranten aus Europa fühlen. Der Betrachter wird mit aktueller Stadtplanung wie der Umgestaltung des Hafenterrains Puerto Madero in einen Bürokomplex konfrontiert und lernt die genaue Bezeichnung der an allen Laternen verwendeten Farbe kennen. Und dann erscheint Buenos Aires im Film, als Kulisse für eine Reihe von Musikclips, in einem Spielfilm und als aufwendiger Zeichentrickfilm, zusammengesetzt aus Streetartmotiven.
 
Die Ausstellung schafft so ein Abbild der Stadt, ihrer Geschichte und ihres Alltagslebens, das sich durch den künstlerischen Blick unterscheidet von gängigen Klischees. Die Kombination der Wahrnehmungen von ständigen Bewohnern und Gästen vermischt innere und äußere Sichtweisen und damit Idee und Wirklichkeit eines Ortes.
 
Kuratorin: Anne Kersten
 
Mit freundlicher Unterstützung von: Stadt Wolfsburg, Land Niedersachsen, Niedersächsische Sparkassenstiftung / Sparkasse Gifhorn – Wolfsburg, Institut für Auslandsbeziehungen
 
Wolfsburg, historias de las calles

22 nov 2011

Cierra ANTROPOLIS en Tecnopolis - domingo 27 BANDIDOS asaltan el Antro!





DOMINGO 27 - 16,30 hs
BANDIDOS Operación Antrópolis


Diez unidades de operaciones musicales, Bandines de la Fanfarria Alto Perú del Regimiento de Granaderos a Caballo “General San Martín”, tienen como objetivo tomar por asalto el control territorial y sonoro de Antrópolis. La táctica es el desdoblamiento y refuerzo de sus partes. La estrategia de despliegue ha sido trazada; las unidades se encuentran en posición esperando la orden para la estampida.

Director de la Operación: Pablo Chimenti.
Logística: Julia Arbós, Dalmiro Villanueva.
Director de la Fanfarria: Mayor Antonio Agustín Troncoso.
Auxiliar: Subteniente Pablo Gabriel Sánchez.

ANTROPOLIS - Un emplazamiento del Nuevo Municipio para Tecnopolis
Proyecto Julián d´Angiolillo / Producción ejecutiva Laura Bruno, Pablo Salomón / Producción Eventos Julia Arbós / Arquitectura Agnese Lozupone / Paisaje Guido Leveratto / Instalación sonora Pablo Chimenti, Hernán Kerlleñevich / Ensamblajes Mariano Sivak


Agradecimientos: Unidad Bicentenario. Fanfarria Alto Perú del Regimiento de Granaderos a Caballo “General San Martín”. Mayor Antonio Agustín Troncoso. Subteniente Pablo Gabriel Sánchez. Daniel Chimenti. Ximena Martínez. Dalmiro Villanueva. Esteban Calcagno. Martín Liut.  Damian Anache. Nicolás Varchausky. Martin Oesterheld. Emiliano Sierra. 

CIERRE LUNES 28 DE NOVIEMBRE



Abierto de Miercoles y Jueves de 10 a 19 hs
Viernes de 10 a 22 hs
Sábado y domingo de 12 a 21 hs
Lunes 28 de 12 a 22 hs

Recomendamos el acceso por Avenida Constituyentes con comunicación directa a Antropolis, donde podrá estacionar su auto en el parKing oficial o entrar fácilmente luego de bajarse de los colectivos 110, 111, 127 o 140...







Los esperamos!!!

15 nov 2011

ANTROPOLIS en Tecnópolis: Souvenirs apocalípticos del Bicentenario

Por Victoria Márquez para Mamá Lince - Arte y Civilización Nro 2


21 de agosto de 2011. Domingo al mediodía. Me tomo el tren que va desde Retiro a José León Suárez, para bajar en la estación Migueletes. ¿Adónde voy?

Al Parque Tecnópolis del Bicentenario, en Villa Martelli. Acompañada por una amiga extranjera, llamábamos un poco la atención hablando en inglés en el tren. Habrá sido por eso que una señora asumió que nos dirigíamos a la nueva atraccion martelliana y sin que le hubiéramos preguntado nada nos dijo “Tienen que bajarse en la próxima, ojo que hay que caminar mucho hasta el micro”. Bajamos y, bueno, sí, unas dos cuadras, algunas piedritas, nada muy complicado, pero a veces las señoras exageran. Igualmente después nos esperarían otra caminata y otras piedritas, esta vez un poco más grandes.

Cruzamos una calle y caminamos por un senderito al costado de la General Paz, donde un colectivo 28 con su tradicional chofer malhumorado estaba aguardándonos. Después de un viaje de unos diez minutos ya estábamos en las puertas del predio. Fuimos recibidas por dos simpáticas chicas vestidas con el uniforme negro, que al preguntarles por la ubicación de Antrópolis nos respondieron: “¿Realmente quieren ir ahí? Miren que no hay nada, eh”. Teníamos que pasar la pared de fuego, nos dijeron. Me sentía dentro de un videojuego. Aunque después de entrar todo se pareció más bien a una feria como Expoagro o algo por el estilo, por la enorme e impresionante maquinaria agrícola que encabezaba la fila de stands, con sus banderas y puestos de comida al paso. No vi ninguna pared de fuego (lamentablemente, porque me dijeron que está buena) y de inmediato reconocí la mega-instalación (¿obra?¿ambiente? ) en la que Julián D'Angiolillo y un numeroso equipo trabajaron durante varios meses.

Antrópolis es difícil de describir. Bastante. Es un predio grande, que abarca una superficie de aproximadamente una manzana: un modelo de ciudad a escala, con pequeñas calles de tierra, donde podemos encontrar algunos postes de luz, mucha chatarra y  piedras, el esqueleto de un Renault 12 quemado, hierros, alambres y escombros. Nada muy diferente de un terreno baldío cualquiera, o incluso de muchos sectores de Buenos Aires cercanos al río –  seguramente el Riachuelo esté bordeado también por chatarra de este estilo. El contenido tradicional de un volquete,  desparramado en voluminosas montañas. Eso fue lo primero que vi de Antrópolis.

Apenas nos acercamos al lugar podemos divisar un pasacalle que nos indica que hemos llegado a destino: “Antropolis – Nunca nunca hay cover” Esto resulta  una suerte una frase en código para el público de la exposición, que cree, en su mayoría, que Antrópolis no forma parte de Tecnópolis, es más, ni siquiera sabe que está parado sobre un pedazo de tierra conocido por ese nombre.
Intrigada, le pregunté entonces a Julián por el origen de este cartel. La frase refiere a una búsqueda casual en Internet de la palabra que da título a la obra:la googleé para ver que aparecía y encontré una discotheque muy famosa en Monterrey, México, que se llamaba así... uno de los slogans del boliche es "nunca nunca hay cover"... y me gustó... hay algo en eso de "nada sucede dos veces" o "no hay posible planificación" que me parecía genuino con el proyecto... cover puede ser tambien cobertura, refugio además, y algo de la precariedad se transmite en eso

La improvisación y la espontaneidad parecen haber sido claves en la elaboración del proyecto. Hay sectores que incluso fueron dejados tal como estaban, como un conjunto de plantas “silvestres” pertenecientes al baldío original (Tecnópolis está montada sobre lo que fue el Batallón 601 del Ejército, y en este preciso lugar solía haber un cañaveral). La principal sensación que percibo a medida que me adentro en el lugar es de confusión, extrañamiento. Los límites de este espacio son difusos y el terreno muy accidentado. La obra está delimitada por vallas que la separan del resto de la exposición, pero hay también hay vallado dentro de la obra-ambiente misma: en esta especie de ciudad miniatura las únicas construcciones que vemos son paneles de madera dispuestos a modo de cortina, como los que se usan para tapiar los edificios demolidos. Algunos tienen incluso pintadas políticas y viejos afiches de papel. Son las únicas estructuras que le dan forma a esta “ciudad”. Otra montaña, llena de escombros también, posee unas grandes lámparas redondas, embutidas dentro de la masa de tierra y chatarra. Restos de alumbrado urbano se mezclan con cubiertas de goma, hacia las cuales unos chicos apuntan intentando embocar unas piedritas.

Recorro un poco más el lugar, que tiene varios sectores ocultos: no olvidemos que la palabra clave aquí es “relieve”. Incluso el mismo creador de la obra ha llegado a referirse a ella como “land art”, denominación con la que coincido plenamente. Es una obra que se conoce con los pies. Doy unas vueltas más y me siento un poco mareada, en un momento casi resbalo hacia un zanjón entre dos montañitas sobre el que había una una cinta con la leyenda “Peligro”, la cual ignoré pensando que se trataba de una ironía más de las que D'Angiolillo planta en el paisaje. Después me contará que los organizadores de la exposición la colocaron allí ya que algunos sectores de la instalación no estaban autorizados para el acceso al público. La seguridad primero.

Hay una constante tensión entre Antrópolis y Tecnópolis, ya que, a pesar de formar una parte de la otra, la primera no es reconocida como existente ni por la mayoría de los asistentes (“¿Sabés que es esto?” me preguntaron dos curiosos al pasar) y aún menos por la policía que de a ratos la custodia. Parece, más que una obra de land art, un extraño experimento social.
Algunos niños corretean subiendo la pendiente hacia la montaña/mirador, otros se sacan fotos sentados sobre los caños, se divierten como si jugaran en la calle. Otros cruzan la instalación a paso firme, ansiosos por ir a conocer alguna otra maravilla tecnológica.

 “Futurología no se puede hacer” dice uno de los varios pasacalles que cuelgan entre postes de alumbrado, surcando las improvisadas calles de tierra. Y, verdaderamente, no se puede. Por más que la estadística y sus ciencias amigas nos hagan creer que sí, que el futuro será tal como lo planeamos, como lo soñamos, no debemos olvidar que todo... puede fallar.

 ¿Será esta ciudad fantasma, este barrio baldío, lo que quedará después de que la Feria de Homenaje a la Generación del Bicentenario haya caido en el olvido? ¿Serán estos escombros lo que sobreviva a la ciudad de Buenos Aires que – tan eterna como el agua y el aire – podría algún día convertirse en ruinas?

 Sigo caminando por el terreno escarpado, subiendo a una parte alta de estas montañas de tierra y escombros, y me surgen cada vez más preguntas. Mientras me sumo en la contemplación del atardecer, mensajes superpuestos suenan a todo volumen a través de grandes parlantes (son parte de una interesantísima instalación sonora a cargo de Pablo Chimenti) y  reconozco el discurso de inauguración del aeropuerto Ministro Pistarini, conocido hoy simplemente como “Ezeiza”. El aeropuerto del futuro. Casi me siento divisar la pista sentada sobre un caño de hormigón en este mirador vallado. Cuando llego a un punto alto veo toda Tecnópolis desde lejos, con sus stands y sus carteles, y al fondo la avenida, con sus edificios altísimos, con sus autos veloces, con sus casas suntuosas del otro lado de la General Paz.

Antrópolis se parece demasiado al conurbano.  Mientras las luminarias entran en funcionamiento (incluso aquellas que aparentemente estaban rotas e inmersas en las montañas de escombros) la luz se vuelve fría, y admito que empiezo a sentir una ligera angustia, parecida a la que se siente cuando se está solo caminando por la noche, en una plaza vacía. Me siento un poco lejos de casa, como buena porteña que soy, mientras el sol se pone sobre la ciudad fantasma donde el viento hace levantar  tierra y mover los hilos de unos pasacalles que están a punto de volarse.

¿Será en realidad Antrópolis, más que una especulación sobre el futuro, un recuerdo del presente? ¿De su precariedad, de su endeblez, de la decadencia de las utopías que algún día parecieron realizables pero que se vieron reducidas después a un terreno baldío? ¿Habrá lugar, en esta Gran Feria del Progreso, para no encandilarse con las luces de neón, para pensar en las cuentas pendientes y pararse en el mirador para ver cómo están las cosas algunos metros más abajo?