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Bukowski dice: Escribir era extraño. Necesitaba escribir, era como una enfermedad, una droga, una fuerte compulsión, sin embargo no me gustaba verme a mí mismo como escritor. Tal vez había conocido a demasiados escritores. Empleaban más tiempo hablando mal unos de otros que en hacer su trabajo. Eran inquietos, solteronas, se quejaban, apuñalaban por la espalda y estaban llenos de vanidad. ¿Esos eran nuestros creadores? ¿Siempre fue así? Posiblemente. Tal vez escribir fuese una forma de quejarse. Sólo que algunos se quejaban mejor que otros.
Zizek acota: El típico sujeto actual manifiesta una desconfianza cínica hacia cualquier ideología pública, al tiempo que se permite toda clase de fantasías paranoicas sobre conspiraciones, amenazas y formas excesivas de goce en el Otro.
La cultura de la queja. “Soy en la medida en que hago al Otro responsable y/o culpable de mi miseria”. El verdadero acto “radical” (o revolucionario) implica que, en lugar de desplazar al Otro la necesidad de actuar, suspende el marco legal existente y realiza por sí mismo el acto.
Entao?